Hijo de Sebastià y
Maciana, nació el 24 de enero de 1940 en Biniali (Mallorca).
A los 10 años entró en
Lluc como “blauet”, es decir como integrante de la escolanía de Lluc, el
Santuario en que reina la Virgen patrona de la isla de Mallorca. A los 16 años
comenzó el noviciado en La Real (Mallorca), el 25 de agosto de 1956.
Profesó por vez primera el
1 de octubre de 1957. Estudió filosofía y teología en el Santuario de Lluc
(Mallorca). Emitió la profesión perpetua el 1 de mayo de 1964. Terminados los
estudios fue ordenado de presbítero el 10 de agosto de 1965. El curso 1965-66
lo pasó en Roma estudiando sociología en el Centro Internacional para la
Formación Social del Clero (CISIC).
Partió hacia América
siendo inicialmente destinado a una parroquia de Río Piedras (Puerto Rico),
pero a los pocos meses pasó a República Dominicana. En este país ejerció toda
su actividad pastoral hasta que prácticamente se retiró herido por la
enfermedad y regresó a allorca.
Estuvo en la parroquia de
los SS. Corazones de Fantino 19 años, primero como vicario y luego como
párroco. En la de Montecristi fue párroco a lo largo de 14 años. Volvió de
nuevo como párroco de Fantino donde permaneció 5 años.
En abril de 2006 regresó a
Mallorca, al pueblo de Alaró, donde vivía parte de su familia. A los 10 meses
falleció. Murió el jueves, 22 de febrero, en la clínica Juaneda de Palma, en
presencia e sus hermanos. Eran las 4:00
de la madrugada.
El mismo día se celebró
una misa exequial en Lluc, en cuyo cementerio fue enterrado. La misa la
presidió su hermano, el Superior General, P. Josep Amengual, y concelebraron 16
presbíteros, la mayoría representando a diversas casas de la Congregación. La
misa funeral se celebró en su pueblo natal de Biniali. La presidió también su
hermano y en esta ocasión concelebraron unos 20 sacerdotes, entre los cuales
bastantes del clero diocesano.
Tras los datos escuetos
hay que citar la carta que su hermano, el P. Josep Amengual, escribió a los
congregantes y amigos el día anterior. He aquí algunos extractos.
Esta
mañana se ha fatigado mucho y he visto que el bajón era enorme, debido a la
fatiga en la respiración. Posteriormente, el tac que le hicieron ayer, según
nos ha avisado el médico, declara que la metástasis es general.
Antes de esta comunicación, como otros días,
hemos rezado, expresado la confianza en nuestro Padre. Le he indicado que era
conveniente celebrar la unción de los enfermos, la penitencia y la comunión
eucarística. Enseguida, me ha dicho. Ha empezado una confesión que le retrata.
Le he pedido autorización para comunicar
alguna cosa, que voy a decir. Evidentemente ha estado de acuerdo.
Me ha dicho: Nunca he tenido enemigos. Si
he ofendido a alguna persona, pido perdón por tu medio. Agradezco el don de
nuestros padres, agradezco el cariño de mis hermanas y hermanos, cuñada y
cuñados; el de mis sobrinos y sobrinos nietos. Me siento muy unido a la
Congregación, en la cual he crecido y he
sido misionero. Me uno especial-ente a los hermanos de la Delegación del
Caribe.
Luego tuvo un recuerdo
para las comunidades de Fantino y Montecristi (República Dominicana), agradecimiento
a las personas que le han cuidado en Fantino y en Alaró.
Seguía la carta aludiendo
a lo mucho que el comportamiento de Andrés había animado a todos. Muchos de los
que leen estas líneas habrán recibido también la homilía que su hermano, Superior
General de los misioneros SS. CC., pronunció en el día del entierro en Lluc
como en el día del funeral en Alaró. Dejan entrever un intenso sentimiento y
una confianza sin fisuras en Dios.
El perfil del P. Andrés
también lo trazó en las homilías. Entre otras cosas dijo:
Andrés fue un evangelizador incansable.
Decidido, brioso, aunque en sus relaciones mostraba una timidez respetuosa.
La programación de la atención además de
veinte centros de población, que llevaba a término con los otros misioneros y
con los laicos, era meticulosa y él la
respetaba con una fidelidad escrupulosa.
Antes de que otras urgencias, había de ir a las comunidades, fueran de los
“bateyes” de Montecristi o las que se ensartan por las colinas de Fantino.
Él era un claro modelo del estilo de
pastoral que la Congregación de M. SS. CC. ha adoptado en África y en América,
que empieza por dar preferencia a las zonas
rurales de las parroquias que los obispos nos han encomendado. Es el
impulso hacia la periferia.
Con la catequesis y con la pastoral
familiar cuidó mucho la animación de los grupos de Laicos. Últimamente le
preocupaba la formación y acompañamiento de los Laicos Misioneros de los SS.
Corazones y de la Fundación Concordia, para el desarrollo. No fue un gran
promotor de obras sociales; pero las alentó y supo despertar la conciencia de
los pequeños y los acompañó con decisión, para su progreso y, además, urgió a
los poderes públicos a que practicaran la justicia.
P. Andrés: un compañero
servicial, incapaz de incubar cualquier resentimiento. Un misionero tenaz y
comprometido. Un religioso transparente y sin complicaciones. Requiescat in
pace. Gracias a Fantino87.com
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